martes, mayo 30, 2006

Estrés sarnoso

Tengo que empezar pidiendo disculpas (una vez más) por mi considerable retraso, o mejor aún, por adelantar que iba a publicar un post sobre un tema específico y un día determinado, y faltar a mi palabra. Tengo motivos, pero no excusas.
Sabemos que el estrés puede producirse por muchas razones, y como no tengo mucho tiempo (¡Vaya, ésta es una de ellas!) no me enrollaré con patologías psicológicas que no creo hagan falta para que me entendáis; quien no ha sufrido estrés alguna vez. Pero supongo que de todas esas posibles causas catalizadoras el producido por acciones de ocio es la más aconsejable… Sí, me estreso, ¡pero joder como me lo paso!
Pues un poco de esto es lo que me pasa a mí.
En realidad es una suerte poder afirmar esto, que me siento estresado por disfrutar de mis aficiones no lo puede decir cualquiera. Pero cuando éstas te agobian, te acechan, te cercan, y debes hacer las cosas sabiendo que no tienes tiempo material, acabas perdiendo ese disfrute ya que ese placer se convierte en obligación, y a nadie nos gusta sentirnos obligados a hacer algo. La mejor solución es relajarse y dar prioridad a las cosas que, consideres más importantes o no, corren más prisa.
Que soy prácticamente un serie adicto ya es conocido; eso, unido a mi afán de coleccionismo, me ha empujado a saturar antes de tiempo el disco duro del nuevo dvd grabador. En circunstancias normales esto es más de risa que un problema… Je, je, pero yo no soy normal. Si hubiese visto todo lo que he grabado ahora estaría catatónico, tirado en el salón de casa, alimentándome de suero a través de una vía, y con Sonia echándome colirio en mis enrojecidos ojos cada cuatro horas. Como todo buen coleccionista, yo las grabo para guardarlas (generalmente son series que no han salido en dvd comercial, al menos de momento) y eso supone un trabajo extra de edición y grabación… ¿Y? Os preguntaréis con razón, si sarna con gusto no pica; y yo, de acuerdo con vosotros, diré que lo hago con agrado.
Pero profundicemos un poco, ahora sí, en la materia.Que una actividad la hagas con agrado no quiere decir que no te lleve tiempo; tiempo por otra parte que pierdes de hacer otras cosas que como es natural se van sumando y sumando como la nieve a una gran bola ladera abajo. Prácticamente todo lo grabado son series, y de éstas las que menos me preocupan son las de imagen real. House, Enterprise, Galáctica, Andrómeda… Todas ellas tienen la ventaja de que sólo las grabo una vez a la semana; eso sí, pasarlas a disco supone pasarlas a tiempo real y son tres horas cada uno mínimo (cuatro episodios por disco). Con los dibus es otro cantar.
Ya que tengo una personalidad “infantil”, puedo reconocer sin pudor alguno que las series de dibujos animados me gustan y esa es la perdición temporal. Actualmente grabo cuatro series de las cadenas digitales de pago (vale, no nos privamos de nada), Martin Mystery, One piece, Witch y X-Men. Editar cada uno de estos episodios significa a grosso modo eliminar lo que hay delante y detrás, quitar los anuncios si los tuviera, buscar el icono adecuado y ponerle el número y nombre del episodio; esto no lleva mucho, pero los diez minutitos no hay quien te los quite. Los dibujos animados los paso de cinco en cinco a los discos, más que nada porque así los puedo pasar de forma rápida y no me pierden calidad; esto supone entre quince y veinte minutos por disco (cinco episodios)… y ahora viene lo bueno. A diario te echan varios de estos episodios, la agenda de grabación echa humo; distintos episodios, distintas horas… De las Witch sólo son 26 (tengo unos diez), de Martin Mystery van por el 66 (tengo la mitad aproximadamente), de los X-Men han echado 76 (los he grabado todos), y de One Piece sé que son casi doscientos, y tendré unos cincuenta.
Ahora echad la cuenta del tiempo que necesito para pasar todo eso a disco, cuando los episodios siguen a diario en la tele.
El día 1 de Junio empieza un canal nuevo en las de pago, nada menos que Sci-fi, un canal dedicado íntegramente a la ciencia ficción, ¡24 horas diarias de ciencia ficción!… ¿Tengo o no un problema?
Pero toda esta charla tiene su origen en que en este fin de semana no he podido acabar el post prometido (supongo que será el siguiente) por motivos de tiempo. Comprar, ver alguna peli en casa abrazadito a Sonia, ver El Código Da Vinci en el cine, algún quehacer doméstico (lo menos)… todo eso lleva tiempo, todo eso y el motivo principal de no tenerlo; empezar a entender al nuevo miembro “tecnológico” de la familia.
Señoras y señores…
Niños y niñas…
Abuelos y abuelas… Ya tenemos ordenador nuevo.
Costó, pero llegó. Tras mucho esperar al final nos liamos la manta a la cabeza, miramos un poco (a través de un agujero), buscamos el supuestamente adecuado, nos santiguamos, y lo compramos; un cacharro que me produce vértigo cuando lo comparo con el que teníamos (bueno, y tenemos, que creo que seguiré escribiendo en el otro mientras Sonia juega al solitario o a los Lemmins en el nuevo), un bicho al que no entiendo y que tiene un gran número de manuales que hay que leerse para empezar a comprenderlo, ¡y soy tan lento!
Con esto quiero dar verdaderamente a entender que el blog no está abandonado, simplemente hay cosas que debo ir haciendo a diario y que me impide meterle mano como más me gustaría; quizá cuando tenga la ADSL sea diferente, no tendré que esperar al curro para poder actualizar, quizá… Aunque aún quedan un par de semanas para eso, al menos ya está contratado y puesto en marcha.
Desde aquí expresar nuestra satisfacción por todo el partido que esperamos sacarle a este nuevo miembro de la familia.
Bienvenido a casa, pequeñín.

martes, mayo 23, 2006

Cuando la cabeza divaga...

¿Es posible que tanto la ciencia ficción como la fantasía hayan encontrado un resquicio en nuestra cordura para adueñarse de la realidad que vivimos? Seguramente respuestas filosóficas hay muchas que expliquen los hechos pero, no nos engañemos, ni soy filósofo ni pienso emularlos. Siempre hemos sostenido la creencia que los hechos que a unos les llevan a escribir ciertas novelas, o ciertos guiones que posteriormente acaban convirtiéndose en espléndidas películas, pertenecen a ese universo imaginativo que poco o nada tiene que ver con nuestra vida diaria; sabemos que el gorila más grande que veremos estará en el zoo encerrado en un recinto acristalado y no será uno de quince metros correteando por las calles de nuestra ciudad.
Pero de un tiempo a esta parte la ductilidad de la línea que separa esa imaginación de esta realidad parece tan deseosa de batir su propio record permitiendo que elementos de lo imaginativo interactúen con elementos de lo cotidiano. Como si un pintor quisiera rehacer un cuadro no grato, la pericia de su arte nos deja inquietantes pinceladas en el paisaje que conforma nuestra existencia. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Esta eterna cuestión puede aplicarse al fenómeno al que me refiero… ¿Se tratan de señales, de esforzados avisos del otro lado advirtiéndonos que esa fuerza poderosa que separa ambos mundos está definitivamente debilitada? No lo sé, pero puede que la respuesta sea tan sencilla como pensar que estos trazos al óleo han sido simplemente fuente de inspiración de creadores, en vez de buscar una solución más exótica para mentes como las nuestras.
Lo que en definitiva está claro es que el mundo de la fantasía y de la ficción fluyen por el mismo cauce que el mundo “real”, que ambos coexisten en ese trayecto que es la realidad, nuestra realidad, y que debemos pedir que ese último valor, el tercer estamento que es la Santa Trinidad de lo imaginario, Fantasía, Terror y Ciencia Ficción, tarde en sumarse a nuestras cómodas vidas.
Me gustaría pensar que todo está en mi cabeza, que fuese otra ida de olla como muchas que me dan, pero no soy el único que los ha visto… Y además tengo pruebas.
Quizá no todo el mundo sepa o pueda encontrar un Alien Gigeriano en su vida cotidiana, pero yo sí, lo he visto varias veces haciendo honor a su fama y siendo un incómodo pasajero que viaja de incógnito en los bajos del tren, descansando tras su seguro almuerzo de algún pasajero que volvía a casa tras el duro día de trabajo; agazapado…
Puede que no me creáis, pero la fantasía también aporta pintura a mi paisaje. Los jinetes oscuros, espectros del anillo, antiguos reyes de la Tierra Media… Su búsqueda es insaciable, alguno cruzó su camino con el nuestro y buscó su tesoro donde el dinero y el oro se almacena… Una criatura temible en busca del portador, estudiando a los pobres desdichados desde la ventaja que le da una posición elevada… También lo he visto.
Sois libres de no creedme, de pensar que ya he tocado fondo, de que mi cabeza terminó de enloquecer, de que… de lo que queráis, pero no me importa en absoluto porque tengo pruebas, fotos realizadas ante el temor de ser descubierto y acabar incubando algún pequeño alien o insertado cien veces por alguna espada maldita.
Posiblemente alguno de vosotros haya vivido una experiencia similar, a caballo entre realidad y ficción; no estaría mal un documento gráfico de aquella experiencia… De momento mis pruebas son estas; ahora os toca a vosotros decidir.

viernes, mayo 19, 2006

Dos carcas en la Universimad

Empezar hablando de lo abandonado que tengo el blog sería repetirme un poco, pero como ya lo tenía escrito antes de publicar el anterior, sería lógico resaltar al menos algún pequeño comentario. Por eso sólo diré que puede que cuando tenga un ordenador en condiciones e Internet en casa, la asiduidad sea algo mayor, estoy casi seguro de ello, pero como muchos sabéis mi facilidad para poder subir algún post esta circunstancialmente limitada; si a eso le sumamos mi lentitud en la escritura y las características habituales de mis posts…
Pero dejémonos de excusas que todos comprendéis y hablemos de otro tema.
El pasado lunes se festejó aquí en Madrid San Isidro Labrador, y por ello en estos días se han llevado a cabo muchos eventos ofrecidos por la ciudad con motivo de la celebración de su patrono. Entre ellos se encontraba el Universimad, una celebración musical de más de doce horas de duración que, aparte de los finalistas del XXVIII Premios Rock Villa de Madrid y su entrega de premios, recogía un elenco de artistas entre los que se contaban un par que nosotros queríamos ver. Lo bueno de éste acontecimiento es que era gratuito previa adquisición de invitación; uno de los lugares elegidos para darlas era la Fnac, así que ningún problema.
Aunque la previsión era de doce horas de concierto, teníamos claro que con tres o cuatro horas que allí pasásemos era más que suficiente para nosotros. Puede que si el resto de artistas nos hubiesen sido más conocidos hubiésemos hecho un esfuerzo mayor, pero tanto Christina Rosenvinge como Javier Álvarez (los dos que nos interesaban) tocaban con un margen de dos horas de diferencia, y eso nos venía de perlas.
El lugar elegido para tan monumental concierto fue en el Paraninfo de la Universidad Complutense, en sus instalaciones deportivas, y como desconocíamos el tiempo que nos llevaría encontrar tal lugar al no haber estado antes ninguno de los dos, decidimos salir con tiempo de casa; encontrarlo al final fue fácil y llegamos sobre las cuatro, una hora antes de la teórica hora de inicio de la Rosenvinge. La primera impresión que tuvimos fue de carcas. Para nada nos consideramos viejos, pero es que allí casi todo el mundo era demasiado joven, de edad universitaria, y eso hacía que nos sintiésemos “los papás” de muchos de ellos. Aceptada tal diferencia de edad la segunda impresión es que parecíamos dos pollos en un asador… Las cuatro de la tarde, un sol de injusticia más que de justicia, prácticamente ni una sombra y la poca que había a rebosar de gente; los escenarios sobre el campo de fútbol, es decir, tierra seca y polvo. Al menos había un poco de césped salvador alrededor del campo, la mayoría también ocupado, y un sin fin de puestecillos dispuestos a saciar tu sed y refrescarte un poquillo a cambio de unas “míseras” monedas.
Otra cosa que me pareció curiosa (debe ser que vamos a pocos eventos de jóvenes), pero que vi bien, es que se repartiesen preservativos de forma gratuita…; muchos, muchísimos, diría que a miles a tenor de la gente que allí había y que los daban a pares (extra fuertes “válidos para uso anal”, rezaban; si es que están en todo). Vimos los distintos usos que algunos les dieron, desde hacer los típicos globitos extra-resistentes, hasta reventarlos poniéndoselos de capucha, cogiendo aire por la boca para inflarlos por la nariz; quiero suponer y pensar que algún uso más típico también cayó, aunque no lo viésemos.
Los cleenex tuvieron más presencia si cabe que los condones, algo que fue directamente proporcional al número de gramíneas en espacio abierto; menos mal que Sonia, afectada número uno de este problema, había llevado una generosa provisión de estos pañuelitos.
Como buen festival que se precie hubo dos escenarios, así evitaban incómodas esperas entre actuación y actuación; mientras se tocaba en uno, en el otro se preparaba el siguiente grupo, el cambio era inmediato y la música no paraba de sonar, ¡bien de nuevo por la organización!
Y llegó la primera actuación que esperábamos.
Supongo que todos conocéis (de aspecto al menos) a Christina Rosenvinge… Bueno, pues sigue igual de delgada (según Sonia anoréxica perdía) y la verdad es que nos defraudó un poco. Ciertamente se oía bastante poco a la chica; siempre ha dicho Sonia que su encanto radica en la voz tan dulce que tiene y que lo mejor es escucharla en sala pequeña. Puede que tenga razón, pero o lo disimulaba mucho o su ánimo en el escenario brillaba por su ausencia, igual que su movimiento… ¡Muévete algo mujer, que estás dando un concierto! A todo eso le tenemos que sumar que desconocemos sus últimas canciones, por lo que nos resultó algo decepcionante. Tocó la guitarra (lo habitual) y teclados, pero como no aguantábamos más el calor y no nos convencía mucho, tras la tercera canción nos fuimos a tomar algo. Entonces, con un mini de naranja en las manos y alejados del escenario, fue cuando descubrimos que de lejos se oía mucho mejor que de cerca; supongo que eso fue fallo, o acierto, de los técnicos del festival, porque lo apreciamos en los restantes artistas también.
Tras la Rosenvinge le llegó el turno a SKA Cubano, un grupo que arrastró a bastante gente frente al escenario y que con sus ritmos entre caribeños y cubanos hizo las delicias de los asistentes; de hecho cantaron más de la cuenta retrasando, por consiguiente, las restantes actuaciones. En este punto ya eran las siete de la tarde pasadas, unas piadosas nubes apaciguaron un sol que a media tarde derretía los sesos, y una bondadosa brisa hacía su aparición ante el agrado placentero de todos. Nubes, brisa vespertina, temperatura agradable, bebida y música en directo, todo ello recostados en el césped ¿Qué más se podía pedir?
A SKA Cubano le siguió La Chicana, rock con aires de tango argentino. Pero nosotros ya nos encontrábamos en primera fila del otro escenario viendo como la já band (la banda que acompaña a Javier Álvarez) preparaban sus bártulos para su inminente actuación. Por si a alguien no le ha quedado claro, este cantautor es el preferido de Sonia, y claro, de tanto acompañarla a sus conciertos como que uno le toma cariño. Puede que si no fuese por la fijación que tiene por este hombre yo no le hubiese prestado la atención de la que ahora disfruta, pero reconozco que el tío me cae bien, es simpático y muy natural. Para su último disco, Plan be, montó la banda, y obviamente sus actuaciones son más marchosas que cuando sólo toca acompañado de su guitarra. En nuestro recuerdo queda un concierto suyo en el teatro Margarita Xirgú de Alcalá de Henares… No más de cuarenta personas (familiares y amigos incluidos) y un frío compartido por todos que debía rondar los cero grados. Fue un concierto lleno de complicidad, de carácter totalmente intimista; una velada de canciones a petición con el único calor de la admiración que sentíamos los que allí nos reunimos.
Y eso no se olvida.
Tras su anuncio por parte de uno de los presentadores del evento llegaron los primeros acordes. Estaba claro, y demostrado nada más empezar, que en primera fila no íbamos a oírle bien (había pasado con todos y este chico no iba a ser una excepción), pero lo importante del concierto para nosotros era verle a él, y como en este caso sí nos conocíamos las canciones, disfrutamos mucho y nos lo pasamos genial. Tras una cortísima media hora todo acabó y una nueva migración de escenario tuvo lugar. Para nosotros, la presencia en el Universimad tocaba a su fin; aproximadamente serían las ocho y media de la tarde.
Llevábamos el último disco suyo por si había suerte y nos echaba un autógrafo (vale, puede sonar algo superficial, pero tanto mola tener un disco autografiado por el cantante como un libro firmado por su autor), así que durante un rato nos inmovilizamos junto a la puerta de acceso de artistas por si por un casual pasaba por ahí; tras la infructuosa espera nos fuimos al coche.
Pero como hay cosas que se merecen una segunda oportunidad, ya con el coche pasamos de nuevo por aquella puerta con la pequeña esperanza de que en los diez segundos que tardásemos en pasarla, él apareciese en ella… y tuvimos suerte; hablando con unos y firmando a otros; warnings al canto y a la caza del autógrafo… y de la foto. Agradable como siempre, no tuvo problemas en firmarnos su CD y en hacerse un par de fotos con Sonia. Nos reconoció que tras la actuación le acababa de dar unas caladillas a un peta (lo que digo, natural como la vida misma) y estuvimos hablando sobre su próximo concierto, que era en Las Palmas, y lo lejos que nos quedaba a todos. Tras un par de besos y la felicidad reflejada en el rostro de Sonia por la charla de tú a tú conseguida, nos fuimos a cenar; yo en el saxito, y ella en la nube que estaba subida.
Un restaurante chino, junto a la plaza de Chueca, fue el lugar escogido. Mas que hambre lo que teníamos era sed, pero ya se sabe en estos lugares, empiezas a picotear de distintos platos y acabas atiborrándote, así que al final fui yo quien prácticamente comió por los dos. Durante la cena vimos las cinco o seis fotos que le habíamos hecho a la Rosenvinge, las más de treinta del Álvarez, e incluso las grabaciones de partes de su actuación (estas cámaras digitales son la leche).
Y así, casi sin darnos cuenta, el día fue llegando a su fin. Un Universimad adecuado para el personal pero suficiente con cuatro horitas para nosotros, con un visionado entre el arroz tres delicias y el pollo con almendras de los acontecimientos del día, y el motivo para un nuevo post de este blog tan abandonado últimamente. Ahora sólo me queda meterme en la página de alguna agencia de viajes; puede que los vuelos a Las Palmas no sean tan caros al fin y al cabo.
Quien sabe…

jueves, mayo 18, 2006

Una curiosidad de Guiness

Lo reconozco, soy un puto desastre, y si no os lo creéis (cosa que dudo) no tenéis mas que leer unas cuantas líneas para daros cuenta de la razón que se esconde tras mis palabras. Había empezado un post hablando sobre lo abandonado, que no olvidado, que tenía esto del blog, echándole la culpa a la falta de tiempo en general, y a mis otras aficiones en particular. En él comentaba precisamente que tenía varios posts rondándome la cabeza, de hecho alguno incluso escrito ya a mano (mi método casi por necesidad; los escribo en el trabajo, en el metro, en el cercanías, etc.), y que había elegido precisamente ese post en concreto para darle cierta lógica al asunto cronológico. Tenía pasado tres cuartas partes de él al ordenador (hoy he tenido menos curro que en días anteriores), y en el camino a casa, entre estaciones de metro y paradas de tren, he acabado este post de escribirlo a mano (es algo más cortito). La idea era acabar el primero para publicarlo mañana (hoy), y este segundo el viernes… Pues no, para una vez que me pongo voy y me dejo el pen-drive en el puñetero trabajo, ¡soy o no un desastre! Ahora debo escribir éste entero, cosa que no creo que haga en casa porque en poco más de media hora empieza la final de la Champions y, lo siento, pero soy del Barça. Así que al menos espero que me dé tiempo de acabarlo mañana en el curro si no tengo mucho trabajo, y poder así ofrecéroslo al revés de cómo tenía previsto, aunque en realidad esta opción es mejor, pues uno se desarrolla el domingo 14 (éste), y el otro el lunes 15.
Pues sí, este pasado domingo fue ligeramente distinto a cualquier otro domingo, al menos para los madrileños, pues nos encontrábamos en medio de las fiestas de San Isidro, patrón de esta ciudad, por lo que al día siguiente disfrutaríamos de esa maravillosa sensación que es el no ir a trabajar un lunes. Consecuencia de estos festejos es la realización de un gran número de actos curiosos a los que puedes asistir sin necesidad de gastarte ni un duro (siempre que así lo quieras). Uno de estos fue la muestra de coches antiguos que tuvo lugar en la Castellana, frente a ese templo para muchos que es el Estadio Santiago Bernabeu. Por problemas de indecisión y de horarios, estas reliquias sobre ruedas tuvieron que pasar sin nuestra presencia; nos hubiera gustado mucho el poder ir, pero al final nos decidimos por la XXVI Feria de la Cacharrería de Madrid.
Esta feria tuvo lugar en la plaza de las Comendadoras, un lugar habitual de reunión de artesanos en el madrileño barrio de Noviciado. La propaganda lanzaba su anzuelo y como cebo explotaban el hecho de que se iba a hacer el botijo más grande del mundo… ¿Cómo de grande sería? ¿Un botijo de un metro de alto?, ¿de dos?, ¿de tres? Finalmente, y movidos por la curiosidad botijera, cogimos el coche y para allá que fuimos, haciendo buen uso del parking de Tudescos bajo cargo de premeditación y alevosía; y si no al tiempo.
Otro motivo decisorio para acudir a esta feria fueron los botijos, pero esta vez en su versión reducida y concepto más generalizado. Esto es debido a que mi madre hace colección de estas piezas desde hace años (tiene bastantes repartidos por toda la casa), así que si encontrábamos alguno curiosón, seguro que la haríamos un poquito más feliz.
La plaza de las Comendadoras no es que sea muy grande, por lo que el número de puestos no era exagerado y en diez minutitos ya les habíamos echado una rápida ojeada a todos. Encontramos muchos botijos pequeños, algunos más bonitos que otros, pero más típicos también; el debate se abrió entre nosotros y tras una criba (era obvio que todos no nos los podíamos llevar) nos decidimos por tres. El primero lo calificaría de muy rústico, artesano y burdo, con una textura granulada y acabado en simple barro cocido; en su aspecto precisamente residía su originalidad. Otro, algo más pequeño que el anterior, era sencillo pero con un acabado entre negro y gris plata brillante. El tercero podía parecer el más típico a nivel turístico, de barro cocido y esmaltado en verde, pero era atípico en sus características, con un asa entrelazada y una franja ecuatorial de cuadradas perforaciones que le daban un aspecto de enrejado; poco funcional pero muy adecuado para reposar en la estantería de mi madre.
No hizo falta mucho para encontrarnos con el botijo gigante, ¡para no verlo! La verdad es que cuando vi que su tamaño se asemejaba al de una persona me decepcionó un poco, aunque reconozco que sin razón… ¡Pero es que me esperaba algo que casi hubiese que escalarlo con piolet! ¡Seré buuurrrooo! La verdad es que ver como le daban retoques aún en crudo era algo peculiar de ver, y nuestra curiosidad quedó mas que satisfecha. Tras la compra y admiración, regresamos a Callao. La premeditación pasaba por acercarnos a la Fnac, comprar algo; algún libro, algún CD, algún DVD… La verdad es que no necesitamos una idea preconcebida para comprarnos algo allí, generalmente encontramos algo. Con esa compra nos tenía que salir gratis el parking de Tudescos gracias a la tarjeta Fnac, que por compras superiores a 18 euros, te dan dos horas gratuitas de aparcamiento, y todo arreglado. Pero otra curiosidad urbana nos sorprendió por el camino.
Mientras subíamos la Gran Vía, llegando ya casi a la plaza de Callao, nos encontramos con una moto muy, pero que muy curiosa (la hemos vuelto a ver durante varios días en el mismo lugar y a diferentes horas, de alguien será, está claro, pero más bien parecía “olvidada”). Explicar como era es tela complicado, siempre en estos casos es mejor una foto. Pero al menos decir que estaba totalmente pintada en dorado, y tan llena de ornamentos ferreteros tales como mirillas, tiradores, cerraduras, todo ello tan en plan rococó, que recordaba a una máquina del tiempo estilo H.G.Wells pero en cutre; un Dr. Who sin cabina pero motorizado y con acompañante, pues también lucía dos cascos dorados.
Comentando lo curioso del cacharro llegamos a la Fnac para cumplir con el ritual propuesto… Los volúmenes tres y cuatro de Alita, ángel de combate, para el menda, y el libro de bolsillo Sangre y Oro de Ann Rice para Sonia; 19, 85 en total, ya teníamos pagado el parking.
La tarde la pasamos en casa, en plan relax, viendo tele (que raro) y aprovechando un poco el patio ahora que el buen tiempo hace su presencia. Puede que no pareciese una tarde muy original, pero era lo mejor para recuperar fuerzas ya que al día siguiente nos esperaba nada más ni nada menos, que el Universimad
Pero esa es otra historia, que será contada en su momento.

lunes, mayo 08, 2006

El ladrón de imágenes

Creo que todos caemos en el mismo error, sobre todo al principio, de vernos obligados a actualizar el blog simplemente por el hecho de llevar unos días sin tocarlo; sin colgar un post que cumpla las expectativas, sin contarle a los demás ese retazo de nuestra vida, de nuestras ideas, de nuestros sentimientos…, de ti mismo en definitiva. Esa revelación que los invisibles lectores esperan con ansia.
El caso es que ya tenía escrito, eso sí, a boli (casi todos los que sufrís conmigo sabéis que primero suelo escribir a mano antes de pasar nada al ordenador, salvo honrosas excepciones, como es ésta), un post sobre lo que hicimos en el último puente, algo relacionado con el MAPOMA (Maratón Popular de Madrid) y con una retahíla de casuales encuentros con famosos que nos hemos encontrado en diversos lugares más o menos curiosos. Pero lo voy a enviar directamente a las tinieblas del olvido, y que descanse en paz el pobrecito. Esto no quiere decir que este post vaya a ser la hostia, hasta el punto de dejar al anterior a la altura de unas alpargatas roídas y viejas, que va…, de hecho cuando improviso me salen unas porquerías de órdago que en las posteriores lecturas suelo “arreglar”, así que un poco de paciencia.
Todo esto viene como consecuencia de un pequeño bajoncillo de interés que hacia el desagüe he notado por mi parte, pero eso es algo que no me preocupa, en realidad es de lo más normal, sobre todo… (vaya, me acaba de traer Sonia unos caramelos de gominola azucarados que están de muerte… ¡Uhmmm! Deliciosos; perdón, ya continúo), como decía, el bajón simplemente se debe al hecho de que soy una persona muy inconstante y con muchas otras aficiones aparte de la escritura (afición tardía por otra parte, al igual que la lectura; puede que por eso no alcance satisfacción plena con el desarrollo y sí con el “producto acabado”), así que si mi interés actual se centra en otras actividades no es de extrañar, y consecuencia de ello tengo menos tiempo para dedicarle al blog y pienso menos en lo que en él puedo contar. A todo lo dicho debo sumarle varios factores. Esta semana he tenido bastante currillo y en el trabajo casi no he podido entrar en los tres o cuatro blogs que suelo visitar prácticamente a diario; ni que decir tiene que escribir algún post ha sido misión imposible. Además, en casa, el ordenador ha estado copado por Sonia, que tenía que pasar unos apuntes de un cursillo que ha hecho; eso también me ha impedido llevar algo preparado de casa, restando aún más mi interés. Como veis, simplemente es la ratificación de la constante universal que designa el camino de mi vida, empezando muchas cosas y no acabando prácticamente ninguna.
Pero no hay que preocuparse, lo bueno de un blog es que no es algo que se tenga que acabar; con finalizar esas pequeñas unidades llamadas post es suficiente, y para mí satisfactorio. Así que el día que te encuentres más o menos inspirado escribes algo, tanto por ti, como por quienes visitan tu página con la esperanza de ver que nuevas cosas le vas a contar a través de estas letras digitales, y ya está de nuevo vivo, sin problemas.
Con el post del maratón y el famoseo me sentí un poco forzado, pues en realidad cuando lo escribí no es que tuviese muchas ganas; pero como ya he dicho al principio, me sentía obligado a actualizar el blog al menos una vez a la semana ¡Qué menos!. Un error; escribir cuando a uno le apetece es lo más adecuado. Escribir sobre lo que a uno le apetece también es lo mejor, sin duda; y por eso he reescrito el post, porque me apetece mostraros una tontería hecha por mí.
Últimamente, coincidiendo prácticamente con el inicio del desagüe y nuestra asistencia al Expo-manga, me he sentido más enganchado al cómic en general, y a éste tipo concreto en particular; esto es bueno y malo. Bueno porque desarrollar una afición generalmente te enriquece; malo porque se come mucho tiempo libre y porque, económicamente, uno no se pone restricciones… ¿Qué la economía va más o menos bien? Pues me compro este cómic… Así hasta que la economía deja de ir “más o menos bien”.
Las historias que se cuentan son muy dispares, algunas son más serias y adultas (V de vendetta, Planetes, Nyx e incluso Moonlight Mile), otras son más juveniles (Alita y Estela), y otras son casi infantilonas, pero entretenidas y muy divertidas (One Piece); debo aclarar en este punto que únicamente me refiero a lo que últimamente leo, no al panorama del cómic en general. Pero está claro que aunque la historia sea cojonuda, a mí un cómic me suele entrar más por los ojos que otra cosa; y eso se consigue con buenos dibujos. Yo admiro de verdad a quienes pueden dibujar con tanta perfección de detalles en muchas de las ocasiones, porque aunque copien fondos o alguna postura en concreto, estos dibujantes te hacen casi todo de cabeza, son verdaderas obras de arte y quizá porque yo no puedo hacerlo, es por lo que reconozco su valor.
Vale, suena prepotente, pero es que dibujar es algo que no se me ha dado mal. De pequeño dibujada los robots de Mazinger Z a petición de mis compañeros de cole, ya fueran a los robots protagonistas o los efímeros que tan solo duraban un mísero capítulo (los cromos del Tronquito de por entonces era una buena ayuda); todos los di, no me quedó ninguno. La asignatura de dibujo era la que mejor se me daba (teniendo en cuenta que no fui un buen estudiante, no es que tenga mucho mérito), y como cualquier chaval en esa edad y que le gustase dibujar, a todas horas estaba garabateando en cuartillas de dibujo. Pero el tiempo pasó, yo fui creciendo, y esa afición y habilidad infantil quedaron a la par estancadas.
De vez en cuando siento la necesidad imperiosa de rememorar aquellos tiempos dibujando algo; pero ya no es lo mismo. Soy una persona de pésima memoria, algo creo que imprescindible para dibujar de cabeza, eso y la práctica; si carezco de esa virtud y de esa constancia, aunque de pequeño apuntase maneras, hoy por hoy me es imposible dibujar algo de cabeza que esté en condiciones. Solución edulcorada, elegir algunas imágenes y hacerlas mías copiándolas; un ladrón de imágenes, eso me considero, y queda muy lejos de saber dibujar.
Con la cantidad de comics que últimamente me estoy leyendo y las maravillas impresas que llegan a mi cabeza, era cuestión de tiempo que me apeteciese “garabatear” un poco, tal y como siempre hago, buscando alguna imagen adecuada y ponerme con mis rotuladores y lápices hasta que quede plasmada en papel; un sucedáneo de obra para el aprendiz de todo.
El otro día estuve hablando por teléfono con una amiga; fue un buen rato de contarnos cosas, de descubrir cosas nuevas de nosotros, de reírnos mucho, etc. Durante esa charla le comenté que estaba “boceteando” imágenes del manga Alita, ángel de combate. Alguna vez hemos hablado sobre mi afición a esto del dibujo, así que me apetecía que viese lo que cuando hablé con ella estaba a medio hacer, y que acabé un buen rato después. El mejor método, ya que tampoco nos vemos mucho, es a través de este blog que sólo lo leen, o eso creo yo, gente que conozco y que aprecio, y a la que no me importa enseñar esta pequeña obra de arte robada.
Ojalá algún día pudiese hacer lo mismo sin tener que copiarlo…
Otro sueño en el “debe” de la contabilidad de mi vida…
(Por cierto, han caído diez de esos sabrosos caramelitos… Soy un glotón y así no adelgazo ;-))