viernes, octubre 31, 2008

El siervo del Diablo

La noche era fría, pero eso no le impediría recorrer las calles de aquel barrio marginal; sabía bien lo que buscaba y aquel lugar era perfecto. Vio algunos posibles candidatos, pero los testigos son molestos y aquellas calles estaban repletas de vida; vida en condiciones infrahumanas, pero vida al fin y al cabo. Decidió probar en el metro, bien entrada la noche poca gente habría en él, pero seguro que algún indigente se protegía allí del frío; una situación que rondaba la perfección. La suciedad y el abandono que mostraba aquella estación constituían un fiel reflejo del barrio en que se encontraba. Tras un primer vistazo localizó a un hombre tumbado en uno de los bancos de piedra, tenía una chaqueta roída cubriéndole a modo de manta, y entre sus brazos descansaba, al igual que él, una botella casi vacía de vino; indudablemente aquella botella no sería de marca. Esperó a que el siguiente tren despejase el andén de posibles mirones, entonces se acercó y se puso en cuclillas hasta quedar cara a cara con él. El indigente sintió algo raro, abrió uno de sus ojos somnolientos y dio un respingo; aquel desconocido se encontraba demasiado cerca. El hombre le habló con voz tranquilizadora, no era su intención asustarle, ni mucho menos. Le comentó que pertenecía a un programa de ayudas a necesitados auspiciado por la Parroquia de Santa Cecilia del distrito centro, y que él, por su apariencia, parecía cumplir bastante bien los requisitos necesarios para beneficiarse de tal programa. Una vez rota la desconfianza inicial, hablaron durante un buen rato mientras los trenes no dejaban de pasar; ya no importaba que le viesen, ahora parecían dos viejos amigos en animosa conversación. El indigente parecía encantado, puede que más que con la propuesta por el hecho de poder hablar un rato con alguien, algo que saltaba a la vista no disfrutaba con frecuencia. Quiso celebrarlo invitándole a un trago de su vino barato, y por no levantar la desconfianza ni ofender al pobre hombre, se vio obligado a aceptar. Le apuntó la dirección de la parroquia donde deberían verse al día siguiente, se estrecharon la mano con una sonrisa, y se levantó. Una cosa más antes de irme, comentó. Le quitó la botella, agarró ésta por el cuello, la rompió contra la papelera cercana y saltó como un poseso para clavársela en las tripas al pobre indigente, retorciéndola con placer extremo entre los alaridos de éste. Los gritos de dolor resonaban en toda la estación, pero a la vez ocultaban una horrible sensación de satisfacción. Su sangre disuelta en aquel vino había surtido el efecto deseado, ahora había un buen hombre menos, y un asesino más en las calles… Su amo se sentirá orgulloso de él.

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jueves, octubre 30, 2008

Sueño recurrente

Él está ahí, sé que sólo es un sueño, pero está delante de mí.
Nunca suelo soñar con payasos, no me gustan desde que una vieja película me hizo cambiar la opinión que tenía sobre ellos. Ahora tengo uno frente a mí, me mira con unos grandes ojos inyectados en sangre; me observa con cierta satisfacción, igual que un lobo eligiendo una pobre oveja en un gran rebaño. Su boca, orlada de pequeños dientes afilados, se extiende hasta lo imposible en una macabra sonrisa, y su mano, enguantada, sostiene una hoz llena de herrumbre rojiza.
Sé que es un sueño, últimamente siempre es el mismo; pero él está ahí, frente a mí. Se acerca a mi cama, débilmente iluminado por la luz de la noche, y yo me quedo inmovilizada por el pánico, muda por el nudo que se forma en mi garganta y que no me deja gritar. Veo con impotencia como se acerca, y aunque quiero huir de ahí mi cuerpo no quiere hacerme caso; sí, sé que sólo se trata de un sueño, de una horrible pesadilla, pero es tan real. Él ya está aquí, justo a mi lado, levantando un amenazador brazo y descargando con fuerza el primer golpe de hoz, una hoja maldita que me abre el pecho y me permite ver mi propio corazón aún bombeando sangre por mis arterias sesgadas… Quien afirmó que en los sueños no se sentía el dolor se equivocaba de lejos. De nuevo la amenaza de un segundo envite, ahora la herrumbre ha quedado cubierta por mi sangre, una sangre que salpica su cara de payaso cuando me abre otro surco en el pecho, ¡Dios, cómo duele! Su tercer golpe me separa de un solo tajo la cabeza del cuerpo mientras ríe histriónicamente de satisfacción. Y es entonces cuando despierto. Me siento sofocada, dando gracias porque sólo es sudor lo que empapa las sábanas, e intento convencerme de que todo ha sido un sueño, una jodida y puta pesadilla… ya que él está ahí.

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miércoles, octubre 29, 2008

Palomas

Desde lo alto veo ahora el pequeño parque que antes observaba a diario desde la ventana de casa. La verdad es que no es nada especial, en un día normal puedes ver a niños rebozándose en la tierra y montando en columpios oxidados, a madres manteniendo conversaciones a la vez que tienen la mirada puesta en lo que hace su hijo, a algún corredor castigando su cuerpo con algunos ejercicios mientras su perro juguetea con las palomas, a ancianos que en días soleados descansan sus huesos en un banco, y como no, también a aquellos que alimentan los pajarillos con los restos del pan del día anterior. Todos los días ocurre lo mismo, y todos los días ver aquellas palomas me recuerda cómo empezó todo.
Aquel día era de esos que se está mejor en casa, el parque estaba vacío por el frío que hacía, y como suele ocurrir en estos casos, las palomas buscan el sustento en los huecos de la fachada. Unos pequeños golpes atrajeron mi atención hacia la ventana. En el alféizar de ésta había una paloma, cojeaba de una pata y apenas podía mantenerse en pie, manchas de sangre salpicaban su plumaje; posiblemente algún gato intentó dar buena cuenta de ella. Yo era una persona solitaria, todo el día encerrado en casa, falto de amistades, falto de cariño. El caso es que debió ser que tenía el día tonto, ya ves, una simple paloma; me apiadé de ella, le entablillé la patita, la alimenté y la cuidé hasta que pudo valerse por sí misma y recuperar su libertad perdida. Fue cuando ocurrió, de alguna forma que aún no consigo explicarme, comprendí que quería que me uniese a ella.
Empezó a visitarme a diario, sin palabras ni arrullos, ambos nos entendíamos. Llegué a pensar que estaba enloqueciendo; pero no era así, ahora lo sé. Poco a poco los cambios empezaron a desarrollarse, sutiles al principio, acentuados conforme el tiempo pasaba. Tal ligereza había adquirido mi cuerpo que hasta pensé que algún día llegaría a volar; y es día no se hizo esperar. Me sentía preparado, agradecí la presencia de mis nuevos congéneres en el alféizar donde todo empezó; ahora tenía por fin amigos, pertenecía a una comunidad. Me coloqué junto a ellos, noté la suave brisa en mi rostro y salté esperando sentir la ligereza de un vuelo jamás experimentado por hombre alguno.
Agonizando de dolor, con el cuerpo retorcido en un baño de sangre, dediqué mi último pensamiento a mis nuevas amigas: ¡Capullas! Podríais haberme dicho que los perros no juegan con nosotras… ¡Nos cazan!

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martes, octubre 28, 2008

El relicario

Es lo que tenía aquella iglesia, su aspecto desde siempre había sido distinto a las demás. Sucia y oscura por fuera, siempre en penumbras por dentro, sin el calor que proporcionan los feligreses resultaba un ambiente frío, carente de vida, una sensación de abandono que parecía ignorar la misa de las ocho que día a día ofrendaba el padre Tobías, único morador en aquél lugar.
Entró con sigilo, el olor a cerrado, a madera rancia, golpeó con fuerza su nariz. Había ido de madrugada para evitar encontrarse con el sacerdote, aunque de ocurrir no representaría un gran problema. Sabía de oídas que pese a su apariencia, aquella iglesia escondía riquezas en forma de imágenes e iconos religiosos; si se hacía con una, podría sacar un buen dinero vendiéndola lejos del pueblo. Observó las figuras, pese a lo oído no había mucho donde elegir y acabó decidiéndose por una de la Virgen María, una cerámica de casi un metro de alta cuyos dorados lucían con brillo propio en aquella oscuridad. Calculó mal, pesaba más de lo que esperaba y una pérdida de equilibrio la hizo añicos contra el suelo. Maldijo su suerte, pese a lo aparatoso del golpe no hubo excesivo ruido, pero convendría dejar aquel lugar lo antes posible.
El brillo de un pequeño recipiente entre los restos de piedra y arcilla seca llamó su atención, lo cogió, y en su interior vio un anillo dorado; después de todo sacaría unos buenos dineros. Lanzó el recipiente con fuerza al suelo con intención de liberar aquel tesoro ocultado durante años, puede que generaciones enteras; en cualquier caso claramente antiguo y por lo tanto valioso. Encajó a la perfección en su dedo, genial, ahora tocaba darse prisa, puede que el padre Tobías no tardase en llegar tras aquel alboroto. Intentó dar un paso pero no pudo, una fuerza sobrehumana le estaba paralizando el cuerpo. Vio como el dorado del anillo empezó a licuarse a lo largo de su rígida mano, se asustó, intentó mover la otra pero tampoco pudo; había perdido el control de su cuerpo. El anillo acabó desapareciendo por completo y el dorado, absorbido a través de su piel, se abrió hueco por su interior en una dolorosa sensación de desgarro. Sólo pudo gesticular una mueca de lamento antes de perder la consciencia.
El padre Tobías negó con la cabeza lamentando lo ocurrido, aquella figura de la Virgen había sido siempre una de sus favoritas, pero por más que lo intentaba no podía combatir las tentaciones de los demás. Lo bueno de aquel asunto, es que siempre había necesitado un Cristo nuevo que presidiese el altar.

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lunes, octubre 27, 2008

Los buenos ilusionistas se cuentan con los dedos de una mano

Tensó con cuidado la cuerda para que la cuchilla quedara sujeta en la parte alta de la guillotina, fue entonces cuando suspiró. Aquel pretendía ser su número estrella, el truco que le catapultaría al estrellato, a ese desconocido universo que le permitiría codearse con otros ilusionistas, no tan buenos como él, por supuesto, pero sí conocidos, admirados… y sobretodo inmensamente ricos. El sueño de toda una vida al alcance de la mano, aunque para poder disfrutarlo, antes debería resolver un pequeño problema; y es que el truco no funcionaba. Los últimos intentos habían sido un rotundo fracaso, y eso empezaba a pesar. Ahora estaba tan seguro de que las modificaciones que había aplicado eran las adecuadas, que se arriesgaría a meter directamente un dedo en aquella pequeña, pero a la vez peligrosa, réplica. Titubeó, quizá debería pensarlo mejor, ¿y si fallaba? Bueno, aún le quedaba más dedos, pensó con ironía. Pero si funcionaba ¡Oh Dios, si funcionaba! Entonces por fin lo habría conseguido, tan sólo tendría que aplicar a la guillotina real, aquella que utilizaría en la función, las modificaciones sufridas en la réplica.
Acercó unas afiladas tijeras a la cuerda, cerró los ojos suplicando para que funcionase, y cortó la cuerda; la hoja cayó con todo su peso y el cercenado dedo saltó en una cabriola que, en diferente situación, hubiera parecido hasta graciosa. Palideció, gritó, lo hizo por la rabia que sintió, por la impotencia, por el dolor sabor a fracaso, y maldijo mientras retiraba la mano, ahora un simple muñón sin dedo alguno. Tras un instante de reflexión intentando asimilar lo ocurrido; decidió empezar de nuevo. Cogió el dedo y lo tiró a un cubo… ¿Dónde había puesto el otro brazo? Entre toda la sangre y los miembros alrededor de la guillotina no encontraba nada, debería hacer algo de limpieza antes de continuar. También tendría que poner un anuncio si quería disponer de una nueva ayudante para su próxima función.

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viernes, octubre 24, 2008

Con vistas al lago

Me había salido por una pasta aquel sitio, pero que demonios, sabía que era el lugar perfecto donde pasar nuestro aniversario, y eso valía más que todo el dinero del mundo. La cabaña, situada junto a un precioso prado verde que lo cubría todo, se encontraba a escasos metros del embarcadero. Unos árboles de hoja caduca mostraban sus ocres colores al pulido espejo que era la superficie del lago, y unas lejanas montañas, culminadas por conos de nieve, nos proporcionaban una agradable brisa que eliminaba por completo el posible calor pegajoso y agobiante de aquel lugar. Un sitio solitario, el lugar perfecto.
Hicimos el amor apasionadamente, el olor de su sexo, de su piel, hacían que mi excitación fuese cada vez a más. Había perdido algo de peso desde la última vez y eso la hacía aún más atractiva. Cuando acabamos, se me pasó por la mente fumarme un cigarrillo, pero en aquel lugar de aire puro hubiese sido un sacrilegio; pensé que era mejor salir un poco. Como unos recién casados la llevé en brazos hasta un banco de madera a orillas del lago, allí el sol de la mañana resaltaba sus curvas…, sus angulosas curvas.
Dicen que estoy enfermo, que necesito ayuda ¡Qué sabrán ellos! La felicidad no puede ser mala, y yo sé que así la hago feliz.
Además, está tan hermosa, su descomposición y su cenicienta piel adquiere en este lugar un aspecto cadavérico tan excitante… Preciosa, justo como a mí me gusta.

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jueves, octubre 23, 2008

Combustión espontánea

Se dejó caer frente al televisor, sobre aquel sillón de roída tapicería en el que tan a gusto se sentía. La noche había sido dura y se encontraba agotado. Se descalzó ignorando los cordones de sus zapatillas y echó mano al bolsillo de su camisa en busca de un reconfortante pitillo. Buscó sus cerillas, tanteó todos los bolsillos de su ropa, pero no las encontró; le pareció extraño pues siempre llevaba una caja encima, pero quizá había utilizado la última sin darse cuenta; una noche larga y llena de trabajo. Tenía calor, seguramente por el cambio de temperatura tras llegar a casa en plena noche de diciembre. Abrió una de las latas de cerveza que había tenido la previsión de dejarse cerca; pequeñas gotas de espuma salpicaron sus dedos, notando su frescor. Le dio un sorbo, ¡que bienvenida era! El segundo trago la dejó a un tercio de su capacidad, aun así seguía agotado y sintiendo calor. Se levantó con desgana y abrió la ventana, el frío del exterior lo inundó todo golpeándole con saña, pese a ello empezó a sentirse como en una sauna. Los vasos de agua parecían un remedio estéril pues tampoco conseguían calmarlo, así que se dirigió al lavabo y a la desesperada metió la cabeza bajo el grifo con la esperanza de refrescarse por fin; pero el agua fría parecía volverse templada al contacto con su cuerpo; que extraño, ¿fiebre quizá? Las gotas de sudor que perlaban su piel no parecían refrigerarle y poco a poco empezó a sentir un ardor en sus tripas, una quemazón que se extendía rápidamente hasta sus pulmones ¡Dios, qué dolor! Se dio cuenta que lo que antes era vaho ahora se había convertido en algo denso, más oscuro…, humo. Asustado volvió a beber, pero ahora la misma agua que pretendía calmarle se convertía en vapor nacido de su interior.
¿Por qué lo hiciste?
La voz que oyó a su espalda le estremeció aun más que el dolor que sentía. Aquella voz gutural, ronca, parecía casi infrahumana. Se giró y se encontró con la horrenda visión del cuerpo calcinado de una mujer, de pie, mirándole fijamente, hablándole.
¿Por qué has tenido que quemar mi casa? ¿Por qué a mis hijos? ¿Por qué a mí?
Y fue tras aquellas preguntas que el fuego surgió enérgicamente desde sus entrañas para devorarle sus vísceras y acabar dolorosamente con todo su ser.
Junto a su cuerpo, inmaculado por fuera, consumido por dentro, sólo se encontró una pequeña caja de cerillas… usadas.

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miércoles, octubre 22, 2008

El buen escritor

Sonó el timbre a la hora acordada, perfecto; como él siempre decía, el éxito en cualquier trabajo te llega siendo profesional. Abrió la puerta y se la encontró mirándole a los ojos, la fuerza de su mirada aumentaba su atractivo, algo que ella no ignoraba. Cuerpo mulato de baja estatura y el mejor globo de chicle que jamás había visto; chicle de menta, ¿eliminando incomodidades de su último trabajo? Se preguntó él; eliminando olores de su último trabajo, se confirmó. Un top minúsculo que explotaba unos pechos pequeños y una falda corta de algodón era toda la indumentaria que llevaba; siempre ropa adecuada para facilitar su oficio. Ni de lejos aparentaba los veinte años que anunciaba, dudó incluso que llegase a la mayoría de edad, pero sin rubor alguno la invitó a pasar con la tranquilidad que daba la costumbre. Sí, un hábito triste, pero a la vez necesario.
Le enseñó la generosa cantidad que le esperaba si se portaba bien y ella sonrió. Era más de lo acostumbrado, él lo sabía, ella también, y por eso le besó y le obsequió con un sensual y más que excitante desnudo. Después, él fue también desnudado de manera sugerente para acabar sentado en el sofá, dejándole hacer a ella; con la misma pericia que daba su profesión, con la misma habilidad que hacía globos con el chicle.
Tras su primer orgasmo le pidió que se sentara sobre la mesa, aquél lugar sería cómodo para acabar aquella sesión. Ella mostró una picarona sonrisa mil veces ya utilizada y se sentó en la mesa, de madera antigua y porosa, que descansaba en el centro del salón. Separó sus piernas en un ejercicio digno de contorsionismo y adoptó una pose provocativa tumbándose de espaldas sobre la oscura madera. Él, ignorando el ofrecimiento de la chica, bordeó la mesa, se acercó a su cara y la besó, le sujetó por la frente con una mano y le hundió un cuchillo por el lateral del cuello hasta que la hoja apareció por el lado opuesto; no sintió placer, no era un trastornado. Entre convulsiones, la sangre manó a borbotones para extenderse por toda la madera, y ante los ojos del escritor ésta empezó a absorberla. La mesa entonces entró en estado de excitación y continuó con la piel de la muchacha; su pelo, su carne…, luchando por una vida que se le escapaba, muriendo allí desnuda. En pocos minutos de ella no quedó más que un agradable recuerdo y un par de prendas esparcidas por el salón.
Colocó meticulosamente hojas blancas sobre la madera húmeda, y al momento letras color carmesí llenaron veintitrés de las cuarenta que había preparado; ya tenía otro relato de terror, un nuevo éxito para su carrera, y todo gracias a un pequeño sacrificio. Sí, era triste, pero para él necesario.

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martes, octubre 21, 2008

Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?

Lo reconozco, siempre me he considerado una chica de gustos raros; una friki como nos llaman despectivamente hoy día. Cuando era pequeña, sentía fascinación por las historias de terror, sobre todo por aquellas en que los muertos se levantaban de sus tumbas como si estuviesen vivos y los vivos acababan más bien muertos. Creo que fue cosa de la adolescencia, pero conforme me iba haciendo mayor esa fascinación empezó a disminuir, ya no me atraían tanto las historias de cuerpos putrefactos, en cambio aquellas otras de fantasmas, espíritus errantes en espera de concluir lo que dejaron a medias ¡Uf, eso sí que me excitaba! Llamadme tontorrona pero aquellas historias contenían un punto romántico que me hizo acabar idealizándolas.
Hay tantas, y aún no hay una que no me guste. Pero las que más me hacen estremecer son aquellas que tratan de trenes fantasmas, trenes surgidos de la nada y de destino incierto, hogares errantes de espíritus dolidos porque no pudieron acabar aquel viaje que ahora les condena a vagar por la eternidad entre estaciones olvidadas, fantasmas que te acogen con su gélido abrazo simplemente porque necesitan compañía. Por eso comprendedme cuando os digo que aquel día, en que el tren multiplicó su velocidad y las estaciones dejaron de ser un lugar de parada para adentrarnos en el túnel más largo y oscuro que jamás se haya visto, yo disfruté. La gente gritó de pánico mientras yo las observaba con una extraña expresión de satisfacción; no podía creerlo, estaba viviendo una de mis fantasías, no sólo había encontrado un tren fantasma, ¡iba montada en él!
Os aseguro que aquella experiencia la gocé hasta el final, pero de haber sabido de los fallos en los frenos de emergencia, y que aquella oscura y larga vía de servicio terminaba en un grueso muro de hormigón…, yo también habría gritado.

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domingo, octubre 19, 2008

¡Llega Halloween!

Halloween no es una fiesta de aquí, eso todos lo sabemos. Pero por aquello de la multiculturalidad y dados los tiempos que corren, puestos a ser adoptados por fiestas foráneas yo me quedo con ésta. Es cierto que aquí coincide con el día de Difuntos, y no todo el mundo tiene ganas de disfrazarse e ir a fiestas para competir con los esqueletos, momias, vampiros y zombis de turno por el atuendo más original y realista; pero de momento no es mi caso.
Para mí Halloween siempre es la oportunidad ideal que me permite sacar lo más oscuro que llevo dentro, ya sea a través de disfraces, creando juegos macabros y escatológicos para fiestas, o como es el caso, ser de lo más retorcido posible escribiendo unos micro mini relatos aprovechando las fechas. Vale, que no soy un psicópata ni estoy enfermo; todo ello visto como una forma de expresión artística cuya única finalidad es pasarlo bien, tanto yo como los que lo compartan conmigo.
Mi padre dice, siempre que ve una peli de terror con psicópatas asesinos, que lo que más miedo le da son las mentes de aquellos guionistas que han imaginado aquello antes que nadie; pues bien, creo que algo sí se asustaría de su hijo si echase el ojo a este ciclo que ahora os presento.
Catorce relatos, algunos considerados micros, otros minis, que podrían estar perfectamente calificados como terror aunque a mí no me lo parecen tanto. Son diferentes en su conjunto a los del anterior ciclo halloweeniano del 2006, tanto que yo lo he llamado 2º Ciclo de Micro Mini Cuentos Cotidianos de Preocupante Final. Miedos, ambiciones, sueños, preocupaciones…, amores, todo eso y más se dan cita en esta muestra de lo que una mente como la mía es capaz de imaginar. Y ahora me pregunto yo, si no tuviera los medios comentados de exteriorizar ese lado oscuro… ¿Acabaría con un hacha en una mano y una cabeza en la otra? Espero por el bien de los que me rodean que nunca se acabe la diversión.
Catorce cuentos… ¿Alguien se verá reflejado en alguno de ellos?

M 21 Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?
X 22 El buen escritor
J 23 Combustión espontánea
V 24 Con vistas al lago

L 27 Los buenos ilusionistas se cuentan con los dedos de la mano
M 28 El relicario
X 29 Palomas
J 30 Sueño recurrente
V 31 El siervo del Diablo

L 3 Bomba fétida
M4 El monstruo
X 5 Forzado
J 6 Paliando el hambre del Mundo
V 7 Zapatero a tus zapatos

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sábado, octubre 18, 2008

Escapando de Mazzinia

Una tanqueta de las fuerzas de seguridad en la puerta, unos guardias en el torreón vigilando con sus focos quien entra y quien intenta salir de la prisión, una encarcelación masiva injustificada, una oportunidad para escapar en el momento en que un monstruoso experimento traspasa los límites permitidos de seguridad, y cuatro mil metros cuadrados de cárcel para llevar a cabo una improvisada huida; es La Fuga.
Ésta es la única foto que sacamos, me hubiera gustado hacer más, pero obviamente dentro no se podía
Dicho así suena más que seductor, una aventura de rol en vivo enmarcada en un escenario lo más realista posible y en el que la agilidad mental juega un papel tan importante como las habilidades físicas. Si a ello les sumamos la foto de la propaganda en la que se ven a tres presos con monos amarillos custodiados por un guardia, la expectación hacia la nueva aventura gana muchos enteros. ¿A quién no le gustaría sentirse preso por un rato e intentar enfrentarse a un escenario en el que se consiguen elementos si superas las pruebas, en el que debes arrastrarte por túneles, subir cuerdas, y mantener el equilibrio en suelos deslizantes? A mí sí desde luego que sí, y por ello un grupo de amigos nos presentamos en la noche del viernes en NÉGONE La Fuga, un complejo de ocio en pleno Madrid en el que se prometía todo eso y mucho más.
Négone, el logo de la aventura
Difundir lo que allí ocurrió es considerado delito y no puede ser contado bajo orden de arresto.
Pero como aquí existe la libertad de expresión, no como en Mazzinia, os contaré brevemente mi experiencia y las diferencias entre lo que creía que era y lo que realmente fue.
Hay que empezar diciendo que ninguno de los que allí fuimos hechos prisioneros había visitado el lugar con antelación, por lo que todos éramos novatos en eso de escaparse de cárceles. Por mucho Prison Break que algunos se hayan tragado, aquí los tatuajes no sirven de mucho y hasta que aterrizas ya has perdido un par de utensilios, algo que a la postre, y sin entender muy bien porqué, acabas pagando.
¿Pero cómo es la dinámica de este juego? Cada recluso porta en su antebrazo una pequeña consola que lo mantiene unido al sistema central; mediante este enlace siguen tus pasos y evitan que te extravíes del recto camino que te marcan.La consola de antebrazo; aquí veías toda la información que podías necesitar
Pero tú debes escapar, de hecho desde el mismísimo momento en que entras ya eres un paria de la ley luchando por su libertad. Como tú, antes hubo otros que ahora se encargan de ayudarte en tu fuga, marcándote los pasos que debes seguir para que tu intento fructifique; son los miembros clandestinos del Comando Mazzinia Libre, que hackeando el sistema central consiguen contactar contigo de forma esporádica. Ellos te indican a través de pantallas los utensilios que necesitas y las pruebas que debes pasar para conseguirlos, el resto es cosa tuya.Este es Max, él me ayudó en lo que pudo para que yo escapase... Ejem, los negados somos negados, no hay vuelta de hoja
Bien, la verdad es que todavía ahora ignoro para qué servían todos esos cacharros, de una manera práctica me refiero. El juego esta estructurado en tres niveles, pasar los dos primeros es lo normal (supongo que salvo que falles todas las pruebas del primer nivel, pero ese caso no se nos dio), y acceder al tercero depende de lo hábil que hayas estado en los anteriores. Seis utensilios en el primero, cuatro en el segundo y tres en el tercero es lo que debes conseguir; de los seis que entramos, la mayoría perdió dos utensilios en el primer nivel, y eso impidió que pasáramos al tercero. Sólo uno consiguió pasar y ganar el juego de manera “precipitada”. ¿Por qué he dicho precipitada? El programa que controla la partida o está ya muy machacado o tiene fallos; al menos a dos nos “robaron” un utensilio que habíamos conseguido, y al que pasó al tercer nivel, después de conseguir su primer utensilio de éste, el sistema no le reconocía y se quedó bloqueado… Al final le dieron como ganador pero sin acabar realmente el juego.
Esta es la primera sala con la que nos topamos, un relío de novatos en la que más de uno no conseguimos nuestro utensilio... Aún no habíamos aterrizado
Carencias, al igual que los monos tan amarillos como inexistentes, no todo es tan perfecto como lo pintan: pensábamos que la aventura duraría entre una hora y hora y media, la mía duró treinta y siete minutos; pensábamos que nos vestirían con monos para meternos mentalmente en la aventura, y fuimos con nuestra ropa que ni se manchó; pensábamos que habría que utilizar en algún momento los utensilios que conseguíamos, y lo mismo nos dio conseguirlos que no, pues al final nos echaron al acabar el segundo nivel y no nos sirvió de nada los ocho de los diez utensilios que debíamos conseguir; los acertijos para conseguirlos eran realmente sencillos, problemas de lógica u observación cuya dificultad radicaba en contestar antes de que acabase el tiempo… Vamos, en general algo decepcionante. Eso, en pensamiento común. Particularmente le he notado carencias de ambientación (ya sabéis como soy yo con los decorados), lo haría más dinámicos con actores disfrazados de presos que te ayudasen con pistas y guardas que te “metiesen prisa”, y sobre todo lo extendería más. Puede, seguro que sí, que según participes en pruebas la cosa se complique; además, existen misiones que conseguir además de intentar escapar. Cuando se hace para empresas puede que efectivamente les obsequien con sus monos amarillos para la aventura, e incluso que sean grabados y se lleven un recuerdo a casa. Nosotros sólo nos llevamos un cómic sobre La Fuga (premio que recibió el flamante evadido), una camiseta que me compré yo (como no) del Comando Mazzinia Libre, y un carné de preso por el que puedes seguir tus aventuras por internet y que por cierto no funciona… de momento.
En algunos de estos cajones había presos hechos un relío; una de las cosas buenas de la decoración
Decepcionante para todo lo que nos esperábamos, interesante si piensas que conforme participes más en el juego, esto mejorará e irá aumentando tanto su complejidad como su dificultad como la duración de éste. Yo repetiré, eso lo tengo claro, más que nada porque pese a mi edad soy el más niño de los que allí fueron; y ya era difícil.
Aquí os dejo con un reportaje de Telemadrid en el que podréis más o menos ver todo lo que os he contado… Por cierto, si os animáis a jugar llamadme, que de esta prisión yo me tengo que acabar escapando.

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martes, octubre 14, 2008

Un Viral del Trópico

Como siempre me debería disculpar por teneros abandonaditos, pero es que para ser un sucedáneo de ¿escritor?, tengo poco que decir. En el fondo no es cierto, podría contar muchas cosas que me pasan, de esas que se viven en los fines de semana fuera de casa, con amigos, celebraciones, convenciones…, pero no, hace ya tiempo que decidí contar poquitas cosas de esas y mostrar cosas que puedan parecer interesantes, o al menos para mí ya que muchas de ellas son de cosecha propia. ¿Os podéis creer que llevo más de tres semanas intentando hacer un post sobre cierta serie de televisión y aún no lo he acabado? Es más, tengo que modificarlo pues ese, que ya está escrito en papel, se ha quedado antiguo. Pero eso es otra guerra, y hasta que lo acabe o me de por sacar otra cosa, y hablando de guerras, aquí viene un respiro.
Se trata de un viral de Tropic Thunder… ¿Y qué narices es un viral? ¿Y qué narices es Tropic Thunder? Bueno, empezaré diciendo que viral no es su forma propiamente dicha de llamarlo, Marketing Viral es más correcto. Se trata de una publicidad que se propaga como un virus, es decir, por el boca a boca o, en los tiempos modernos que corren, de blog en blog, que los interneses dan para mucho. Lo normal es sacar escenas de una peli que se suponen han sido captadas de forma fortuita y no muy legalmente autorizada; claro, todo cuento, pues estas imágenes son tan curiosas o morbosas que corren como la pólvora.
También se le llama Marketing Viral a esas grabaciones de cualquier cosa que parecen fortuitas, y en realidad no lo son, están más que preparadas; ejemplos serían un accidente, una broma (donde la víctima está en el ajo), una pelea en un colegio, etc.
Robert Downey Jr., de Iron Man a negro... Impresionante
Tropic Thunder es la última película de Ben Stiller y va de un grupo de actores rodando una peli en la guerra del Vietman, algo que se complica cuando son tomados por soldados de verdad… Eso es lo que tengo entendido, porque en realidad no la he visto. Pero lo que sí he visto es este Viral, y la verdad es que está más que simpático si te atrae el humor negro.
Bueno, no hablo más de él porque si no os lo acabo reventando, así que mejor lo veis y después me contáis.
Por cierto, Tropic Thunder está protagonizada por el propio Ben Stiller, Robert Downey Jr. Y Jack Black, por si alguien no lo sabía.

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